NADA.
Silente crepitar del vivo fuego;
carcoma del cadáver de mi vida,
escombros de mi nada ensombrecida,
camino por la nada y nunca llego.
Callando en lo profundo de mi ruego
al viento lanzo súplica
perdida,
cual lúgubre señal mi fe dormida
en tanto que emulando a Pedro niego.
Mi lágrima, mi voz, mi nada al viento,
y busco entre mi mente torturada
las voces de un silencio, triste lento.
Distancia de distancias retardada;
negando la verdad del pensamiento
prosigo caminando por la nada.
Francisco
de Miguel López.
Madrid, hacia 1962.
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