MIS PRIMERAS SOLEARES…
Me llega tu cante amargo…
En los pliegues de mi alma
no tengo nada guardao…
que destiña mi querer
pa ese ser tan especial
al que llamo mi mujer…
Se me clava en lo más hondo,
no son palabras que duelan,
solo remueven mi fondo.
Porque trajino esa historia
de otros labios que besaron
y abrazaron tu memoria.
Manos perdías de un hombre
que dibujaron tu pelo
y se aprendieron tu nombre…
En ese cuerpo de mimbres
se han apagado las sombras
no hay recuerdos pa sentires…
Hoy nos crece sin saberlo
un sentimiento que canta…
un amor que no es deseo,
la
fuerza que nos desnuda
a los dos sin miramientos…
Un amor que nos inunda,
que no está envuelto en mentira,
porque tiene sus raíces
en la soleá que inspira
estos versos apretaos
de a ocho pa los que entienden…
pa los demás… van sobraos…
1 comentario:
Sí señor. La brevedad de las soleares es como una cerbatana dirigida al corazón. Un abrazo, Antonio.
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