Entre las grietas de mi piel
habitan las huellas de tu boca.
Conviven con el eco de mi risa
y la ternura que derramaste
aquel verano del setenta y seis.
Caminábamos vaciando el corazón
en cada esquina,
y alumbrábamos la noche
con el destello de los besos.
El mundo estaba a salvo en nuestro pecho,
con las manos rompíamos fronteras
y los abismos cerraban sus compuertas.
Éramos los guardianes de todos los tesoros.
Encendíamos hogueras.
Existían los milagros.
habitan las huellas de tu boca.
Conviven con el eco de mi risa
y la ternura que derramaste
aquel verano del setenta y seis.
Caminábamos vaciando el corazón
en cada esquina,
y alumbrábamos la noche
con el destello de los besos.
El mundo estaba a salvo en nuestro pecho,
con las manos rompíamos fronteras
y los abismos cerraban sus compuertas.
Éramos los guardianes de todos los tesoros.
Encendíamos hogueras.
Existían los milagros.
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